lunes, 21 de marzo de 2016

III Xabaril Cup

La III Xabaril Cup ha sido un punto de inflexión para mí. Se trata de mi primer torneo de jugger y del segundo de mi equipo, Cova Céltica.

Antes de continuar, quiero hacer una reflexión sobre el equipo. Pese a su origen inicial, poco queda hacia dentro del proyecto del equipo unificado vigués, y nada hacia fuera. Pasó de ser la gran ambición de Vigo a un equipo de jugadores de poca experiencia y novatos en su mayoría, entre los que me incluyo. La Cemetery fue poco más que un experimento, una prueba para comprobar la continuidad del equipo y decidir su disolución o continuación. Pero es un equipo que lleva meses esforzándose como el que más, entrenando tres días a la semana y exigiendo sudor y sangre a sus jugadores. Por eso, cuando llegaron a mis oídos algunos desplantes y desprecios hacia el equipo, me dolió mucho. Algunos se tomaron esos comentarios con satisfacción, contentos del menosprecio ya que, si se confiaban, nos daban una oportunidad de sorprender y adelantar el marcador antes de que reaccionaran.

En mí tuvo el efecto contrario. Me forcé a que debíamos dejar el pabellón alto, y eso comenzó a pasarme factura antes del torneo sin siquiera darme cuenta. La noche anterior, debido a los nervios, apenas pegué ojo. Durante el viaje, con mi paranoia y pesimismo característicos, comencé a preocuparme severamente, intenté relajarme con bromas y ánimos, pero conocer el grupo que nos había tocado no ayudaba, unos CJ y Mortal Compos muy fuertes y que, si queríamos clasificarnos, debíamos derrotar al menos a uno de ellos, algo de lo que yo no me creía capaz; Medaiwá, compañeros vigueses, en su mayoría urracas pero reforzados por Rober (nuestra mayor preocupación), Porte y Cloe (a la que habíamos subestimado), y contra los que teníamos algo de confianza, y Espantapájaros, equipo de veteranos que no tenían nada que ver con el Espantapájaros con el que Paula había jugado la Winter y que, pese a que no los considerábamos excepcionales, tenían la experiencia para darnos problemas graves.

Volví contenta con los resultados, emocionada por el compañerismo entre vigueses, pero a medida que pasan los días y lo veo con retrospectiva, me queda un sabor cada vez más amargo. Flaco favor le he hecho a mi equipo saliendo a cazar, tan condicionada mentalmente que todos los puntos en los que salí hice un papel nefasto, ayudando más quedándome en base, dirigiendo y cambiando líneas. De poco o nada sirvieron los ánimos de Lume, que me comentó después de la fase de grupos que, después de Ferre y con el panorama actual vigués, me considera la caza con más potencial del núcleo. “Eso es muy triste”, respondí, y nos echamos a reír, pero de verdad lo pienso, es deprimente que alguien piense eso después del nivel tan bajo que demostré durante el torneo. Y para muestra, mejor analizar los partidos que jugamos.

Antes de nuestro primer partido, tuvieron lugar otros dos: el disputadísimo CJ-Mortal Compos, y el Medaiwá-Espantapájaros. Dos partidos no sólo reñidos, sino también caldeados, lo que me llevó a denominar el campo B como el “campo de la discordia”. El nivel de los partidos y la veteranía de los equipos los hizo entrar en el juego rápidamente, tanto física como mentalmente. Aprovechamos para analizar a nuestros cuatro adversarios desde la banda, mientras animábamos a nuestros compañeros al grito de “¡Vamos, Templarios!”. Nuestro primer partido fue el tercero de la mañana y contra ni más ni menos que CJ. La mayor de nuestras derrotas. Mientras ellos ya estaban a fuego, nosotros todavía estábamos calentando motores, y eso nos condenó. Tras la derrota de CJ ante Mortal, decidimos que debíamos vencerlos para pasar de fase, y la ventaja que nos sacaban antes del segundo tiempo cayó sobre mí como una losa. Como caza novata, necesito tiempo para evaluar la guarda con la que salir, y eso me hizo caer en el desánimo. La lesión de Kique, nuestro caza principal, le puso la guinda al pastel, y me bloqueé. Resultado: 1-12. El resultado habla por sí solo.

Comienza el CJ-CVC

El partido siguiente fue un Mortal-Espantapájaros que me perdí por arbitrar en otro campo, pero que me comentaron por la tarde. Y a continuación el Cova-Medaiwá, sinceramente el partido al que más ganas tenía, por ser nuestros compañeros pero también nuestros rivales principales desde la creación del equipo. Siempre nos animamos a base de intentar superarlos, pero aprendiendo unos de otros. Y fue el partido que rompió el mal rollo del campo B, limpio, reñido, entre risas y sudor. Un 5-6 que nos supo a casi empate, quedándonos cortos en sólo dos piedras, pero que disfrutamos como enanos. Eso sí, de nuevo mi papel en el campo dejó mucho que desear, sentando un precendente que se repitió en los sucesivos partidos que jugamos: comenzábamos a remontar en cuanto yo me retiraba del campo y me dedicaba sólo a organizar las líneas e intentar guiarlos a gritos, una labor que creo que no les puse fácil debido a mi voz baja y aguda.

Después de comer nos tocaba Espantapájaros, un equipo que tras varios comentarios de los compañeros vigueses, me daban más miedo que nunca, pero no podíamos permitirnos perder. Estaba claro que ya no había forma de clasificarnos (dos derrotas y un juggaverage por los suelos), pero acudimos al torneo convencidos de poder ganarlos y el orgullo es fuerte en las Rías Baixas. Nuevamente salí de caza al principio del partido, animada por la confianza de mis compañeros en que podía perfectamente con Erane. Y seguro que puedo cazarla sin problema, pero no ese día, con ese ánimo y el bloqueo. Después de cuatro puntos dejé el stab, haciendo un favor al resto del equipo. Fue también el partido que me mostró una línea que nunca habíamos explotado y resultó dar muy buenos resultados: Rafa, nuestro qwicker, después de un par de meses persiguiendo a todos y cada uno de los kettes de Vigo en los entrenamientos, hizo un papelón como caza, y Paula, escolta, fue forzada contra su voluntad a salir de corredora, donde, pese a que no lo vea, resaltó, arriesgando en todo momento. Falló la condición física y la sustituí como portajuggs en algunos puntos, en los que tampoco tuve opción de marcar. En el segundo tiempo apretamos al máximo, consiguiendo el partido con un sólo punto de diferencia, 7-6. No era el resultado que habríamos vaticinado, pero una vez más habíamos tardado demasiado en reaccionar, adaptarnos y contraatacar.

Kette vs. kette en el ESP-CVC

Y llegamos al Mortal-Cova. Viendo el percal, salí dos puntos contados y, siguiendo la racha, me retiré al momento. Esta vez recuperamos enseguida, comenzamos a cambiar y dimos guerra desde el principio. La rotura del segundo kette de Porta nos dejó sólo con palos, algo que aprovechó Kiliak para romper desde nuestra derecha, y no fue hasta el segundo tiempo que conseguimos frenar esa táctica. Una nueva derrota, 4-12, mucho menos amarga que contra CJ, de la que aprendimos mucho pero que nos dejaba fuera de eliminatorias y con un juggaverage considero que inmerecido para el juego que habíamos tenido.

Las horas siguientes me gustaría poder borrarlas, por el cambio de ambiente (a peor), las broncas, las peleas de parvulario y las ganas de largarnos de una vez… Así que me quedaré con el “secretaria” de Hans, el 100-0 del Corvos-Ragnarök y el viaje de vuelta pisándole los talones a Ángela por mucho que quisiera dejarnos atrás.

El celeste nos da buena suerte

Ha sido un torneo que me ha dejado con sentimientos encontrados: la amargura de ceder al bloqueo mental que yo misma me provoqué y del que no pude salir; el orgullo de mi equipo, que supo resolver en gran medida mis cagadas y la ausencia de Kique y que me hizo caso en todo momento; la alegría de conocer gente nueva, de reencontrarme con otros compañeros y la cantidad de gente que acudió al campo, a jugar y a ver; la vergüenza de ciertas actitudes, sobre todo por la impresión que se llevó el público y que es el gran lastre de este deporte…

Sin embargo, de todo se aprende, y no me arrepiento de haber ido. No es que tenga muchas ocasiones de acudir a torneos fuera de la ciudad, conozco a muy poca gente del mundillo, al menos en persona, y he podido comprobar que, con la dificultad de renovar la vieja sangre en el núcleo, el nivel ha bajado considerablemente, así que estamos a años luz de ser un equipo decente, pero hemos conseguido consolidarnos mucho más como equipo, tanto dentro como fuera del campo, y ya estamos mirando hacia delante, hacia la I Liga de Softcombat por equipos de Vigo, que va a estar de lo más reñida y que empezará en abril. Y mientras tanto, a seguir entrenando sin parar.

Foto en honor a Kique, que no pudo estar presente para esta foto que tanto quería como fan de One Piece.

1 comentario:

  1. El Jugger gallego ya no es lo que era, desde los tiempos de Santa Compaña.

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